El avance en fisioterapia, y especialmente en fisioterapia pediátrica, en los últimos años, nos ha abierto multitud de puertas en cuanto al abordaje terapéutico de muchas patologías. En este momento el futuro de la fisioterapia infantil pasa por integrar diferentes disciplinas dentro de una fisioterapia pediátrica especializada. Para conseguirlo debemos dejar de utilizar el espejo de la fisioterapia para adultos, para mirarlos en un concepto distinto y distintivo. El paciente pediátrico es un mundo nuevo y maravilloso, dividido en edades, que plantean una anatomía distinta y cambiante, con una fisiología que madura al mismo ritmo y un desarrollo psicomotor interdependiente.
Los bebés nacen con todas las capacidades y todas las herramientas para lograr el máximo nivel de desarrollo motor, cognitivo y emocional en cada caso, pero necesitan de los correctos estímulos y posibilidades para que los genes se expresen. El neurodesarrollo cobra una importancia vital en la valoración y tratamiento de las patologías pediátricas. En la fisioterapia infantil no deberíamos centrarnos únicamente en la patología que presenta el paciente en el momento actual, sino que tenemos que valorar de donde viene, como ha sido su desarrollo físico, cognitivo y emocional hasta el momento, y sobre todo en qué le va a afectar a nivel de neurodesarrollo la patología actual en el futuro.
Sólo si somos capaces de valorar la influencia futura a nivel de la adquisición de capacidades, tendremos la posibilidad de realizar una fisioterapia preventiva, base de los sistemas de salud avanzados. Sabemos que la mejor manera de mantener la salud de la población es la prevención, y el neurodesarrollo nos da herramientas muy útiles en este sentido. Tenemos que entender al niño o la niña como un sistema complejo, formado por multitud de esferas que requieren un equilibrio inestable que les permita seguir madurando.
Para ser un fisioterapeuta infantil necesitamos ver ese sistema de forma global, y realizar el acercamiento terapéutico que el niño o la niña necesita, teniendo en cuenta la edad, el grado de madurez y el tipo de tratamiento específico que requiere. Además no podemos perder de vista como la patología presente y el tratamiento afectaran al equilibrio de las otras esferas. Esto nos llevará a realizar tratamientos más transversales, que permitan que el paciente pediátrico tenga un tratamiento global que integre todas las áreas de desarrollo.
El desarrollo psicomotor de la primera infancia, tiene un papel muy importante en el desarrollo de las funciones académicas y ejecutivas futuras, así como del desarrollo del comportamiento y otras habilidades sociales. Si el proceso de neurodesarrollo no se produce de la forma adecuada, las futuras capacidades del niño, su autonomía, se verán comprometidas. Por este motivo es imprescindible que los profesionales sanitarios dedicados al tratamiento en la infancia sepamos identificarlas de forma precoz, y establecer los tratamientos más adecuados, siempre en un contexto multidisciplinar.
Por eso es muy importante la interacción con los psicólogos, los pedagogos, maestros y profesores. Cuando hablamos del desarrollo psicomotor no podemos olvidarnos de la relación que se establece entre el movimiento y la organización psicológica general.
La actividad psicomotriz, con la maduración del bebé, va dejando de responder con movimientos reflejos y espontáneos, debiendo llevar asociado a todo movimiento un acto volitivo e intencional. Esta madurez del movimiento lleva asociado el reconocimiento del propio cuerpo, la formación del esquema corporal, la definición de la lateralidad, la coordinación o la orientación temporal y espacial entre otras. Debemos saber trabajar con psicólogos, pedagogos, maestros y profesores, los grandes olvidados del equipo multidisciplinar en salud infantil.
El objetivo será siempre dotar al niño o niña del mayor número de estímulos y herramientas para que alcance el máximo de sus potencialidades. Para ello es necesario que el fisioterapeuta infantil, tenga amplios conocimientos de las etapas de desarrollo del niño o la niña, conociendo los hitos claves del proceso de maduración tanto física, como cognitiva o emocional, así como los potenciales factores de riesgo.
El desarrollo final depende de cómo exponemos a nuestros bebes, y a su carga genética y a las experiencias vividas. Determinar qué es un trastorno del neurodesarrollo no es sencillo, entre otras cosas porque ese déficit de maduración de un circuito cerebral, tiene una expresión distinta en cada etapa del desarrollo. Cuanto más temprano sea el diagnóstico y más precoz la intervención en las alteraciones del neurodesarrollo presentes en paciente, menos influirá en el resto del proceso madurativo, y mejor será el pronóstico.
Son transtornos del neurodesarrollo por ejemplo los trastornos de espectro autista, la parálisis cerebral infantil o los déficits de aprendizaje. Pero en la sociedad actual cada vez se ofrecen a los bebes y niños o niñas, menos experiencias sensoriales de calidad, menos experimentación física y más uso de pantallas desde edades tempranas. Todo esto provoca un aumento de los trastornos del neurodesarrollo de perfil bajo, como la falta de un correcto desarrollo de las habilidades motoras gruesas y/o finas, o alteraciones importantes en la coordinación entre otras. Así pues, tenemos que abrir nuestras miras a nuevos tipos de alteraciones en el neurodesarrollo que condicionaran, entre otras cosas, el desarrollo postural, sensorial o musculoesquelético del menor.
Por tanto, el tratamiento de las alteraciones de neurodesarrollo por parte de un fisioterapeuta especializado en este ámbito permite, no solamente reconducir una situación de retraso en los tiempos de maduración, sino dar una respuesta a problemas de movimiento, postura, comunicación o aprendizaje, en el momento oportuno del desarrollo del niño o la niña.
Muchos de los pacientes que tratamos en fisioterapia infantil están realizando al mismo tiempo otros tratamientos de salud, y es fundamental que sepamos cómo podemos interaccionar con los demás profesionales sanitarios, y de qué manera nuestros tratamientos pueden facilitar o interferir en el devenir de los suyos. Sabemos que existen multitud de conexiones entre patologías y alteraciones musculoesqueléticas, del neurodesarrollo, maduración visual, etc…
Podemos hablar, por ejemplo, de la mayor frecuencia de alteraciones en la función visual o de alteraciones en el desarrollo del control postural en los niños con antecedentes de plagiocefalia. ¿Y si enfocáramos de forma diferente el tratamiento de la plagiocefalia? Sabemos que muchos de los niños con plagiocefalia presentan a su vez retraso en el desarrollo psicomotor en algunas áreas. ¿Y si en el tratamiento de la plagiocefalia ya pensáramos en estas tendencias futuras?
¿Y si en los niños en los que se está realizando terapia visual por parte de un optometrista, y que tienen antecedentes de plagiocefalia, actuara también un fisioterapeuta? ¿Qué sucedería con la terapia visual? ¿Y los niños o niñas con escoliosis que presentan también alteraciones en la función visual? ¿Y aquellos que presentan déficits posturales? Nuestra experiencia clínica dice que en aquellos niños o niñas que están recibiendo un tratamiento de terapia manual y neurointegración combinado con el tratamiento optométrico, por ejemplo, tienen mejorías más rápidas y menos afectación de otras esferas en el proceso de tratamiento.
En el desarrollo de la postura intervienen multitud de factores. Para mantener una buena postura es necesario la activación de los mecanismos de control sensoriomotor. Los diferentes captores posturales deben encontrarse en óptimo estado para que las informaciones que transmitan sean también óptimas, y que de esta manera las reacciones posturales sean de buena calidad y requieran el menor tiempo y energía posible. La maduración de los sistemas propiceptivo, visual y vestibular se adquiere a edades diferentes, por lo que la maduración postural dependerá del estado de desarrollo de dichos sistemas.
De la misma manera el desarrollo de las capacidades visuales y vestibulares estará condicionado por la disposición de la cabeza en el espacio. La forma de deglutir y la función masticatoria serán claves a este respecto ya que existe una correlación entre la posición cefálica y el desarrollo de los sistemas sensoriales. Y por lo tanto nuestro trabajo con logopedas y dentistas pediátricos en los casos de alteraciones de la mordida (mordidas cruzadas, retrognancia o prognancia, entre otras), de la maduración de la respiración (respiradores orales por ejemplo) o la deglución (muy significativa es la deglución atípica) será importante para optimizar los resultados de los tratamientos.
Si hablamos de captores posturales y de neurodesarrollo no podemos olvidarnos de los pies de los niños y niñas. Los pies son claves en el desarrollo postural y uno de las estructuras con más cambios en la función en los primeros años de vida. En los niños sin patología de base, existen muchas pequeñas alteraciones en la estructura, y el desarrollo muscular del pie, que llevan a deficiencias que deben ser valorados y tratados por un podólogo. En bebés o niños con patologías debemos valorar como esa patología y su tratamiento han interferido en la adquisición de determinadas habilidades motoras o en la integración de algunos reflejos primitivos.
Por ejemplo en el pie zambo, donde existe un método tan consolidado como el método Ponseti, Gold standard de los tratamientos de pie zambo, y que permite una perfecta corrección estructural y/o funcional, vemos que frecuentemente en estos pacientes existen alteraciones en el desarrollo de algunas habilidades motoras gruesas y en la postura. El tratamiento fisioterápico, con terapia manual y neurointegración entre otros, permite abordar estos pequeños flecos que hacen que la corrección de la patología llegue mucho más allá de la propia estructura afectada.
De la misma manera otras muchas patologías podales afectaran no solo a las estructuras del pie, sino que modificará el comportamiento de toda la extremidad inferior y provocando alteraciones musculoesqueléticas a distancia, además de afectar al desarrollo de la postura. Para comprender este concepto podemos tener en cuenta por ejemplo que, en el caso de un niño o niña con pie zambo de afectación unilateral, la alteración a nivel del neurodesarrollo la encontraremos en las habilidades motoras gruesas de la extremidad afecta y de la extremidad sana. Así pues, en muchos casos la patología va mucho más allá de la estructura muscular, ósea o vasculonerviosa afectada. Los circuitos y los reflejos primitivos que se conforman en los primeros años de vida ponen en relación estructuras distantes entre sí, y generan alteraciones en las capacidades de estructuras aparentemente sanas. Por eso en cualquier patología o en cualquier alteración de los apoyos plantares es importante que un fisioterapeuta valore como esta características estructurales o funcionales han afectado al desarrollo de la postura y de los circuitos de neurointegración.
Tenemos la tendencia a separar el desarrollo, valoración y tratamiento de las estructuras musculoesqueléticas del de la emoción y la cognición. Ya tenemos muchos datos científicos que nos dicen que el desarrollo de todas estas esferas es interdependiente. En ningún caso podemos separar el desarrollo de las funciones ejecutivas superiores, de la capacidad de lectoescritura, de la capacidad de interrelación social, del desarrollo puramente de las habilidades motoras ya que unos condicionan a los otros, se nutren de las capacidades y se lastran de las alteraciones de todos ellos. Es importante que tengamos formación y capacidad de trabajo conjunto con todos los componentes del equipo multidisciplinar que una niña o niño puede encontrar a lo largo de su vida.
Cuando valoramos la situación clínica y el nivel de neurodesarrollo de un niño debemos tener en cuenta siempre si están cubiertas sus necesidades nutricionales, y como son sus reacciones inmunológicas. En el crecimiento los requerimientos nutricionales son muy importantes, hasta el punto de que los estados carenciales o los procesos inflamatorios limitan la capacidad de desarrollo de determinadas estructuras. Por este motivo es importante que contemos también con una figura de apoyo desde el punto de vista nutricional.
En otros casos, muchos y cada vez más, somos nosotros los profesionales de la salud a los que primero acuden los padres para valorar un determinado problema de sus hijas e hijos. En los niños con problemas de tipo respiratorio, en aquellos con necesidad de estimulación temprana por retrasos madurativo o por padecer patologías de tipo neurológico, o en los que simplemente acuden a nosotros porque presentan dolores de tipo musculoesquelético, en todos y cada uno de nuestros pacientes, debemos ampliar nuestras miras en la valoración inicial. Es muy importante que empecemos a buscar una fisioterapia de calidad y especializada. Esto es innovar. Que aprendamos a trabajar de forma Multi e interdisciplinar. Que sepamos cómo y cuándo derivar, y, sobre todo, a qué profesional. En algunos casos necesitaremos apoyarnos en fisioterapeutas especializados en otras áreas distintas a la nuestra, y en otras situaciones clínicas necesitaremos derivar a profesionales de la salud de otras especialidades.
En la mayoría de los tratamientos en pediatría, los fisioterapeutas somos un filtro y un vehiculizador de las estrategias terapéuticas que el paciente necesita, teniendo a nuestro alcance una capacidad de evaluación y diagnóstico que nos abren puertas a muchas opciones de tratamiento. El neurodesarrollo es una zona común entre las disciplinas sanitarias, y es, además, un espacio terapéutico en el que el fisioterapeuta tiene multitud de herramientas de intervención que nos hacen únicos e imprescindibles en el abordaje integral del paciente pediátrico. Los fisioterapeutas especializados en neurodesarrollo somos a la vez punto de encuentro y nexo en el tratamiento del equipo multidisciplinar que interviene en el proceso de crecimiento del niño o niña.
No debemos perder nunca de vista la importancia del trabajo en equipo, y de que realmente nuestro trabajo será mejor cuando sepamos apoyarnos y derivar a los profesionales que realmente el menor necesita en su situación clínica concreta.
Y todo esto es lo que proponemos, el Concepto B-B. Es un concepto integrador, que tiene en cuenta el trabajo multidisciplinar, donde el neurodesarrollo es uno de los paradigmas alrededor de los que el tratamiento se plantea.
Un concepto en el que podemos ser analíticos y específicos partiendo de una valoración amplia, que permite explorar todas las esferas que conforman al individuo pediátrico y todas las necesidades que el paciente tiene, para poder seguir madurando y creciendo con plenitud de posibilidades. La edad de nuestro paciente no es una limitación para el análisis y el razonamiento clínico, no es una limitación ni para el diagnóstico diferencial, ni para realizar tratamientos desde un punto de vista holístico.
La edad es una ventaja que nos da la biología. Nos permite recuperar el tiempo perdido, avanzar en unos campos del desarrollo para estimular otros, actuando como vasos comunicantes. La edad del paciente nos da la oportunidad de jugar con variables dinámicas y cambiantes, con una capacidad de adaptación y mejora que en ninguna otra etapa de la vida volveremos a tener.
Nuestro reto es integrar la fisioterapia pediátrica en el equipo multidisciplinar de todas las especialidades sanitarias y educativas que tienen relación con el niño o la niña. Conseguir una buena coordinación entre la fisioterapia infantil clásica, la terapia manual, la osteopatía, la neurología del desarrollo, el ejercicio terapéutico y tantas otras técnicas fisioterápicas. Un concepto en el que el fisioterapeuta se relacione y colabore con todas las áreas de la salud, en un mismo lenguaje para facilitar la comunicación multidisciplinar y el abordaje del paciente pediátrico. La fisioterapia es el catalizador del tratamiento del niño ya que podemos colaborar e interaccionar con todas las demás disciplinas sanitarias, y no sólo, sino que también podemos ser el filtro y el interconector entre ellas.
Nos espera un trabajo fascinante, salgamos a por él.
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